El nuevo método de conquista sin invasión
militar
¿Qué hay detrás del "Ejército Sirio
Libre"? Cómo opera, quien lo financia y cuáles son sus objetivos
Lo que está sucediendo en Siria, no es otra
cosa que la extensión de las técnicas y estrategias del "terrorismo"
de la CIA aplicadas en alta escala para
desestabilizar a un gobierno y ejecutar desde adentro su derrocamiento. Esto
convierte a Siria (al igual que lo sucedido en Libia) en un nuevo campo
experimental de conquista militar articulado a partir de los mismos grupos
mercenarios operativos que actuaron históricamente reclutados por la CIA para
ejecutar las operaciones terroristas que
fundamentaron las invasiones a Irak y Afganistán tras el 11-S en EEUU.
Por Manuel Freytas (*)
El llamado "Ejército Sirio Libre"
es un mosaico de grupos combatientes irregulares, entrenados en distintas
modalidades de "guerra asimétrica", que han tomado forma orgánica y
funcional (dentro de un plan y una estrategia general diseñados por la CIA y el
Pentágono en coordinación operativa con la OTAN, para Siria) a partir de los
movimientos conocidos como la "primavera árabe", o "revoluciones
árabes", que se proyectaron desde Egipto, y Túnez, y alcanzaron su forma
operativa militar en Libia y en Siria, desde febrero de 2011 a la fecha.
Estos grupos mercenarios descentralizados
(reclutados o infiltrados por la CIA, procedentes de distintas naciones del
mundo islámico) y muchas veces sin
conexión entre sí, se vertebran operativamente dentro de planes estratégicos
del Pentágono y de la OTAN, y su función es la desestabilización terrorista y
derrocamiento interno de gobiernos no "dóciles" a los objetivos
militares, políticos y económicos del eje EEUU-Unión Europea-Israel.
En este escenario, el "Ejército Sirio
Libre" responde en parte a los patrones operativos puestos en práctica por
los "rebeldes libios" durante el levantamiento armado que terminó con
Muamar Kadafi y su régimen en Libia.
Los grupos que hoy actúan en Siria se
enmarcan dentro de una estrategia orientada a delegar las tareas sucias de la
ocupación militar en grupos mercenarios motivados por el dinero o por el
fundamentalismo religioso, o por ambas cosas a la vez, que sustituyen a las
fuerzas militares imperiales convencionales en las operaciones de invasión y de
apoderamiento de mercados y países.
Siria es una pieza central en el plan
estratégico de aislamiento y derrocamiento del régimen que controla Irán, y la
caída del gobierno de Bashar al-Assad dejaría a Teherán sin su aliado clave y
abriría la compuerta para una ataque del eje EEUU-Israel a sus centrales
nucleares.
Luego de distintos fracasos de sus
operaciones militares en Asia, África y Medio Oriente, Washington, el Pentágono
y las potencias aliadas de la OTAN, aprendieron. Y resolvieron no pagar nunca
más el costo humano, político y financiero de las ocupaciones militares
ejecutadas a cara descubierta por sus fuerzas regulares .
Irak y Afganistán colmaron el vaso.
Billones de dólares de costo al Tesoro, deterioro de la "imagen"
internacional del Imperio locomotora, deslegitimación interna y externa de las
guerras militares de conquista, le enseñaron al Pentágono y a sus estrategas
que lo mejor es hacer la "guerra por otras vías", sin desgastarse ni
pagar costos políticos y financieros.
En esta modalidad operativa y estratégica
se inscribe el llamado "Ejército Sirio Libre" compuesto por grupos de
mercenarios extranjeros, entrenados, financiados y armados por EEUU y las
potencias de la OTAN. Con la complicidad de Turquía y la financiación de las
monarquías del Golfo Pérsico encabezadas por Qatar y Arabia Saudita. Y con
Israel, sus fuerzas especiales y servicios de inteligencia, jugando un rol
central al lado de la CIA.
Desde marzo de 2011, Siria fue sometida
primero a una "revuelta popular" digitada desde afuera para derrocar
al gobierno, luego a una "rebelión" armada con toma de ciudades
después, y finalmente, como sucedió en Libia, la alianza imperial planifica una
intervención militar internacional con bombardeos ininterrumpidos y muerte de
civiles inocentes, que conduzca al derrocamiento del régimen sirio, aliado de
Irán, Líbano y Gaza.
A diferencia de Libia, las fuerzas de
mercenarios extranjeros y desertores del ejército (financiados y armados por
EEUU, la UE y las monarquías del Golfo)
no tomaron territorios o zonas, sino que se concentraron en operaciones de
infiltración y acciones de guerrilla urbana actuando entre la población civil,
para exponerla al fuego represivo del ejército sirio.
Desde marzo de 2011, estos grupos
operativos contenidos en el mosaico del "Ejercito Sirio Libre"
tienen su base de entrenamiento y
logística en Turquía.
Como señala Thierry Meyssan, "la
realidad es que se han convertido en milicias de la OTAN, ya que el cuartel
general del ESL se encuentra incluso en la base aérea de la OTAN de Incirlik,
en Turquía. Los islamistas más duros han formado sus propias organizaciones o
se han unido a al-Qaeda. Se hallan bajo control de Qatar o de la rama sudairi
de la familia real saudita. De hecho, dependen de la CIA".
O
como apunta Pepe Escobar, "Las más de 100 pandillas fuertemente armadas
involucradas en la guerra civil de Siria rebosan de fondos con los cuales el
CCG (monarquías del Golfo Pérsico)
financia sus granadas rusas propulsadas por cohetes y compradas en el
mercado negro. Numerosos salafistas-yihadistas cruzan hacia Siria, no solo
desde Irak, sino también de Kuwait, Argelia, Túnez y Pakistán, después de
llamados embravecidos de sus imames. Secuestros, violaciones y matanzas de
civiles favorables al régimen de Assad se están convirtiendo en la ley del
país".
Para Meyssan "en el seno de la
sociedad siria, que representa el paradigma de la tolerancia religiosa, se
desarrolló una corriente takfirista. Esa corriente sirvió de base a los grupos
armados, que a su vez han sido abundantemente financiados por las monarquías
wahabitas (Arabia Saudita, Qatar, Sharjah). Ese dinero proveniente del exterior
atrajo nuevos combatientes, entre los que se hayan parientes de víctimas de la
represión masiva del sangriento y fracasado golpe de Estado de la Hermandad
Musulmana, en 1982".
Según el analista francés, "el móvil
de esas personas es a menudo más personal que ideológico. Se trata sobre todo de
una búsqueda de venganza. Atraídos por el dinero fácil, numerosos delincuentes
e individuos que ya tenían problemas con la justicia se unieron a esos
elementos: cada "revolucionario" recibe una suma que representa 7
veces el salario medio sirio. Y finalmente, también comenzaron a llegar
profesionales que ya han combatido en Afganistán, Bosnia, Chechenia o Irak. En
primera fila de estos se encuentran los hombres de al-Qaeda en Libia, liderados
por el propio Abdelhakim Belhaj. Los medios de prensa los presentan como
yihadistas, lo cual es totalmente inapropiado ya que en el Islam no se concibe
la guerra santa contra correligionarios. Se trata, ante todo, de
mercenarios".
Según Meyssan, un sector mayoritario de los
mercenarios del ESL "Reconocen la autoridad espiritual del jeque Adnan
al-Arour, predicador takfirista que llama a derrocar y matar a Bachar al-Assad,
no por motivos políticos sino únicamente porque el presidente sirio es alauita,
lo cual lo convierte en un hereje a los ojos del jeque. Todos los oficiales del
ESL que han podido ser identificados son sunnitas y todas las brigadas del ESL
llevan nombres de figuras históricas sunnitas".
De acuerdo con Pepe Escobar, "El cruce
Bab al-Hawa entre Siria y Turquía fue invadido por más de 150 muyahidines descritos
como multinacionales, provenientes de Argelia, Egipto, Arabia Saudita, Túnez,
los Emiratos Árabes Unidos, Chechenia e incluso Francia. Muchos proclamaron su
fidelidad a Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQIM). Quemaron numerosos camiones
turcos. Filmaron su propio vídeo promocional. Desfilaron con su bandera de Al
Qaeda. Y declararon que toda la zona fronteriza era un Estado islámico".
Según expresa Thierry Meyssan "El
programa del ESL consiste en acabar con el régimen laico instaurado por el
Baas, el PSNS y los comunistas y prevé la instauración de un régimen
confesional estrictamente sunnita".
El "Ejercito Sirio Libre" como
reciclamiento del "terrorismo tercerizado" de la CIA
La infiltración y cooptación de los grupos
mercenarios islámicos que hoy operan
dentro de las estructuras difusas del "Ejercito Sirio Libre"
no es una novedad.
Bin Laden, asesinado por EEUU, fue el
pionero de esta estrategia de derrocar gobiernos (desde adentro) y sin invadir
militarmente.
Son muchos los especialistas, entre ellos Michel
Chossudovsky, que sostienen que históricamente la CIA infiltró los cuadros combatientes islámicos
utilizando de intermediario al servicio de inteligencia paquistaní (ISI), que
en la actualidad sigue actuando de nexo entre los grupos terroristas que operan
en Asia, los Balcanes y Medio Oriente, principalmente la red Al Qaeda.
Reclutado y entrenado por la CIA y el Istajbarat, que dirigía desde
Riad el príncipe Turki Al Faysal, desde 1980 el joven Osama Bin Laden tomó
parte en la lucha contra los soviéticos organizando campos de
adiestramiento y de reclutamiento.
A su vez servía de nexo para la
canalización de fondos y de armas para la Jihad Islámica, procedentes de la red
de droga y de dinero negro centralizada en Arabia Saudita.
A partir de 1982 se estableció en Peshawar
donde puso en marcha la entidad Al Maktab ul-Khidamat Mujahideen, una oficina
de servicios a los mujaidines contratados para combatir contra los soviéticos.
Con su cuartel general instalado en
Peshawar, en donde se dictaban clases de adoctrinamiento político y de estudio
religioso, Bin Laden estableció estrechos contactos con ramas islamitas
nacionales, como la Jihad Islámica egipcia Al Jihad Al Islami, y con
organizaciones de dimensión transnacional, como los Hermanos Musulmanes, el
histórico movimiento islamista fundado en Egipto en 1928.
Sin tomar parte casi en ningún combate,
según la mayoría de sus biógrafos, la función de Bin Laden consistió en
acrecentar la financiación encubierta
estadounidense y saudita con fondos procedentes del tráfico de opio y morfina, y el
reclutamiento de miles de voluntarios
árabes de otras nacionalidades, como uzbecos soviéticos, moros filipinos o
uigures de la región china de Xinjiang.
Unos 35 mil extremistas musulmanes,
provenientes de 40 países islámicos, se sumaron a la lucha de Afganistán entre
1982 y 1992, entrenados y financiados
por la red encubierta del eje CIA-ISI-Arabia Saudita, y teniendo a Bin
Laden como uno de sus operadores centrales.
Según el
periodista especializado, Walter Goobar, de uno de los centros de
reclutamiento de Bin Laden en Brooklyn, los voluntartios pasaban a “La Granja”,
nombre con que se conocía en la jerga
del espionaje a Camp Peary, un centro de reclutamiento de la CIA en Virginia.
En “La Granja”, los reclutas musulmanes
provenientes de todo el mundo aprendieron las técnicas de sabotaje y de
terrorismo dictadas por oficiales y especialistas norteamericanos.
En esta fase la CIA y su brazo de la
inteligencia paquistaní estaban concentrados en planes destinados a
desestabilizar a los ex regímenes socialistas en los Balcanes.
Tras la desaparición de la Unión Soviética
las redes del terrorismo islámico, incluída Al Qaeda, se habían extendido por
las ex repúblicas musulmanas que integraban la URSS antes de su desintegración.
Con la desaparición de la Unión Soviética,
a principios de los 90, las formaciones de mujaidines que habían servido para
combatir y desestabilizar a la URSS durante las administraciones de Reagan y
Bush padre, habían perdido su razón de ser funcional.
De esta manera se dividió y se rompió la
coalición islámica que expulsó a los
soviéticos de Afganistán.
Tras la derrota de la Unión Soviética en Afganistán la sociedad
de la CIA con los grupos fundamentalistas islámicos entró en contradicción.
Una parte de la Jihad (caso del eje
Talibán-Al Qaeda-Chechenia) intentó construir poder propio al margen de los
intereses económicos y geopolíticos de Estados Unidos a partir de tomar el
gobierno de Afganistán.
La CIA, que permanecía infiltrada, tanto en
la Alianza del Norte como en el régimen talibán, por medio de la inteligencia
pakistaní, comenzó a diseñar la operación que culminaría con la invasión
militar norteamericana a Afganistán tras la voladura de las Torres Gemelas.
El gobierno fundamentalista de los
talibanes -con Bin Laden como virtual ministro de Defensa- terminaría en el
2001 a causa de las múltiples operaciones de la CIA sobre los enemigos internos
y externos de los talibanes, que culminó con la invasión militar norteamericana
a Afganistán.
Siria y la
aplicación de la nueva lógica terrorista
Lo
que está sucediendo en Siria, no es otra cosa que la extensión de las técnicas
y estrategias del "terrorismo" de la CIA aplicadas en alta escala para desestabilizar
a un gobierno y ejecutar desde adentro su derrocamiento.
Al
contrario de lo que afirma la prensa internacional (columna mediática de la
operación) y las potencias occidentales,
Siria nunca estuvo en un conflicto
interno, ni en una guerra civil. Nunca hubo un "ejército sirio
libre", ni una "rebelión interna" con apoyo civil de la
población siria.
Lo que se planificó y comenzó a ejecutarse
en Siria, desde hace 16 meses, fue una operación terrorista en alta escala
ejecutada y organizada internacionalmente como "liberación de Siria"
por el eje EEUU-UE-Israel-Liga Árabe (controlada por Arabia Saudita y las
monarquías del Golfo Pérsico).
A diferencia de Libia, las fuerzas de
mercenarios extranjeros y desertores del ejército (financiados y armados por
EEUU, la UE y las monarquías del Golfo)
no tomaron territorios o zonas, sino que se concentraron en operaciones de
infiltración y acciones de guerrilla urbana actuando entre la población civil,
para exponerla al fuego represivo del ejército sirio.
Las operaciones terroristas de
desestabilización incluyeron atentados
contra fuerzas del régimen y contra blancos civiles para luego responsabilizar
a las Fuerzas Armadas y al gobierno sirio
de las masacres de niños y mujeres.
Esto convierte a Siria (al igual que lo
sucedido en Libia) en un nuevo campo experimental de conquista militar
articulado a partir de los mismos grupos mercenarios operativos que actuaron
históricamente reclutados por la CIA para ejecutar las operaciones terroristas
que fundamentaron las invasiones a Irak
y Afganistán tras el 11-S en EEUU.
La lógica del "nuevo enemigo" de
EEUU, identificada con el terrorismo tras el 11-S, se articuló operativamente a
partir de la "guerra
antiterrorista", una estrategia de dominio imperial-militar que compensa
la desaparición del "enemigo estratégico" en el campo internacional
de la Guerra Fría: la Unión Soviética.
A la luz de la experiencia, los expertos
señalan que en las operaciones del terrorismo "tercerizado" de la CIA
es común que actúen varios grupos operativos infiltrados, sin conexión entre
sí, pero que responden a la consecución de un mismo objetivo terrorista
impidiendo que aparezca el verdadero organizador y beneficiario.
Según lo que se desprende de las distintas
investigaciones sobre los grupos operativos del 11-S en Nueva York, 11-M en
Madridy el 7J en Londres, toda la metodología de reclutamiento, entrenamiento y
preparación de los ataques terroristas está "tercerizada" y sus
verdaderos objetivos son desconocidos por sus ejecutores, quienes actúan
motivados principalmente por el dinero que reciben o por convicción religiosa.
Aunque en algunos casos -así lo reconocen
los especialistas- la alienación religiosa pudo (y puede) jugar algún papel
gravitante en los grupos infiltrados.
De cualquier manera, la conformación
"celular" de los grupos operativos terroristas, donde cada integrante
solo se conecta con el resto por medio de su "control" (un agente
encubierto de la CIA) hace imposible que los ejecutores de los ataques conozcan
la planificación general y el verdadero objetivo de los mismos.
Y esto sucede por el carácter cerrado y
"celular" de las operaciones terroristas de la CIA, donde cada parte
no se comunica con la otra, aunque el efecto funcional de las piezas arrojan un
"resultado general".
Estas experiencias recogidas en el
funcionamiento histórico del terrorismo "tercerizado" de la CIA
fueron finalmente utilizadas para
diseñar una nueva forma de conquista militar sin invadir con tropas regulares,
como la que ya se ejecutó en Libia y se está ejecutando en Siria.
sirio no luchaba contra grupos que buscaban
establecerse como "gobierno libre" en distintas posiciones
conquistadas, sino contra grupos operativos que ejecutan operaciones de
guerrilla relámpago y terrorismo en escenarios móviles e infiltrados entre la
población civil.
El objetivo central no era tomar ciudades,
sino generar terror, caos e "incertidumbre".
Las operaciones terroristas de
desestabilización incluyeron atentados
contra fuerzas del régimen y contra blancos civiles para luego responsabilizar
a las Fuerzas Armadas y al gobierno sirio de las masacres de niños y mujeres.
Y este efecto lo fueron consiguiendo a
través de la difusión nivelada de la prensa internacional cómplice que viene
presentando a Siria sumida en "el caos, la violencia y el
descontrol". A diferencia de Libia, los "rebeldes" nunca
pudieron establecer un gobierno paralelo en Siria. Ni mantuvieron controles
territoriales zonales, con apoyo de la población civil.
En Siria nunca hubo un "ejército sirio
libre" luchando una guerra convencional contra un ejército oficial, sino
grupos operativos armados irregulares orientados a preparar el derrocamiento
interno del gobierno sirio mediante una operación militar en alta escala
lanzada por la OTAN como justificativo
para parar "el baño de sangre y la matanza de civiles", como ya
sucedió en Libia.
Como escenario central, la estructura
mediática sionista internacional siempre presentó a Siria sumida en un "repliegue del
ejercito sirio", ante el avance del "ejercito rebelde", y con el
régimen de Bashar al-Assad reprimiendo a civiles para mantener el control.
Como elemento de presión psicológica
terrorista, la prensa internacional siempre mantuvo latente la amenaza de las
"armas químicas" contra la población, o el estallido de una
"guerra civil" como producto del caos y el descontrol del ejército
oficial.
En realidad (y a diferencia de Libia donde
ocupaban territorios), los grupos mercenarios extranjeros siempre estuvieron
enmarcados en una "operación terrorista en alta escala" para desestabilizar
y debilitar al gobierno, y preparar las condiciones y el argumento para una
intervención militar de la OTAN.
Para ello, se infiltraron y comenzaron a
operar en zonas residenciales altamente
pobladas para obligar al ejército a reprimir con efectos colaterales de
muertes de civiles como consecuencia del fuego cruzado.
Como segundo paso, el objetivo consistió en
mostrar al gobierno sirio "tambaleando en el caos y el descontrol".
Mientras hechos de acciones tácticas (atentados, y acciones de guerrilla móvil
contra instituciones oficiales) fueron mostrados como "ofensivas
totales" en distintos escenarios claves, como Damasco y Alepo, donde
incursiones y posicionamientos defensivos en distintos barrios son mostrados
como parte de un ataque sincronizado para derrocar al gobierno sirio.
Como tercer objetivo, las operaciones
terroristas coordinadas por oficiales de las fuerzas especiales de EEUU, Israel
y Reino Unido buscaron crear una cabecera de puente para una invasión terrestre
desde la frontera con Turquía y el establecimiento de un "gobierno sirio
libre" que legitimara la ayuda internacional y posibilitara la proyección
de la ocupación a todo el territorio sirio.
En un cuarto objetivo principal, las
operaciones terroristas con matanzas diarias de civiles por el fuego cruzado
intentan crear el escenario internacional y el justificativo para una acción aérea ("operación
humanitaria") decisiva de la OTAN que diera cobertura y apoyo decisivo a
los grupos mercenarios para derrocar al gobierno de Asad.
Pero a diferencia de lo ocurrido en Libia,
la operación mercenaria fue haciendo agua y fracasando en todos los frentes.
Tres factores centrales incidieron para que esto sucediera.
A) El apoyo decidido del eje Rusia-China-Irán al gobierno sirio, B) El poderío y
la acción estratégica del ejército sirio que realizó maniobras concéntricas de
aislamiento y exterminio de los grupos terroristas posicionados en los barrios
(bombardeos y ataques "quirúrgicos") , C) La falta de apoyo de la población siria (sobre todo en
Damasco y Alepo) que le quitó sustentabilidad en terreno a las fuerzas
mercenarias.
El pilar estratégico y operativo para
ocupar Siria con una operación terrorista-mercenaria en alta escala ya fracasó
y se derrumbó en Damasco y en Alepo, no obstante la permanencia de focos
terroristas rodeados, sin logística ni comunicaciones, que son selectivamente
eliminados por el ejercito sirio en operaciones "quirúrgicas" que
buscan preservar a la población civil.
El "Consejo Nacional Sirio",
brazo político de la operación terrorista en Siria asentado en el exterior, no
pudo concretar en Siria el l libreto libio. Fracasó el intento de ocupar Alepo,
para crear allí un gobierno de transición, como ocurriera con Bengazi en Libia.
Desmantelado el Plan A, ahora los objetivos
del eje USA-UE-Israel-Liga Árabe ya está buscando nuevas vías de concreción y
financiamiento internacional para la ejecución de un Plan B.
Según la "Voz de Rusia",
"EEUU se propone redoblar las acciones con sus socios de la OTAN para
acelerar el derrocamiento del gobierno legítimo del presidente Bashar Assad en
Siria. La secretaria norteamericana Hillary Clinton debatió el tema en
conferencia telefónica con sus colegas de Gran Bretaña, Francia, Alemania y de
Turquía".
Descartada una intervención militar de la
OTAN (por la oposición de Rusia y China en la ONU) el eje imperial EEUU-UE, sus
aliados árabes y Turquía intentan reflotar las operaciones terroristas
incrementando la ayuda financiera, armas, logística y sistemas de
comunicaciones destinadas a los grupos mercenarios del "Ejército Sirio
Libre".
Lo que se planificó y comenzó a ejecutarse en
Siria, desde hace 16 meses, fue una operación terrorista en alta escala
ejecutada y organizada internacionalmente como "liberación de Siria"
por el eje EEUU-UE-Israel-Liga Árabe (controlada por Arabia Saudita y las
monarquías del Golfo Pérsico).
A diferencia de Libia, las fuerzas de mercenarios
extranjeros y desertores del ejército (financiados y armados por EEUU, la UE y
las monarquías del Golfo) no tomaron
territorios o zonas, sino que se concentraron en operaciones de infiltración y
acciones de guerrilla urbana actuando entre la población civil, para exponerla
al fuego represivo del ejército sirio.
Las operaciones terroristas de
desestabilización incluyeron atentados
contra fuerzas del régimen y contra blancos civiles para luego responsabilizar
a las Fuerzas Armadas y al gobierno sirio
de las masacres de niños y mujeres.
Esto convierte a Siria (al igual que lo sucedido
en Libia) en un nuevo campo experimental de conquista militar articulado a
partir de los mismos grupos mercenarios operativos que actuaron históricamente
reclutados por la CIA para ejecutar las operaciones terroristas que fundamentaron las invasiones a Irak y
Afganistán tras el 11-S en EEUU.
La lógica del "nuevo enemigo" de EEUU,
identificada con el terrorismo tras el 11-S, se articuló operativamente a
partir de la "guerra
antiterrorista", una estrategia de dominio imperial-militar que compensa
la desaparición del "enemigo estratégico" en el campo internacional
de la Guerra Fría: la Unión Soviética.
A la luz de la experiencia, los expertos señalan
que en las operaciones del terrorismo "tercerizado" de la CIA es
común que actúen varios grupos operativos infiltrados, sin conexión entre sí,
pero que responden a la consecución de un mismo objetivo terrorista impidiendo
que aparezca el verdadero organizador y beneficiario.
Según lo que se desprende de las distintas
investigaciones sobre los grupos operativos del 11-S en Nueva York, 11-M en
Madridy el 7J en Londres, toda la metodología de reclutamiento, entrenamiento y
preparación de los ataques terroristas está "tercerizada" y sus
verdaderos objetivos son desconocidos por sus ejecutores, quienes actúan
motivados principalmente por el dinero que reciben o por convicción religiosa.
Aunque en algunos casos -así lo reconocen los
especialistas- la alienación religiosa pudo (y puede) jugar algún papel
gravitante en los grupos infiltrados.
De cualquier manera, la conformación
"celular" de los grupos operativos terroristas, donde cada integrante
solo se conecta con el resto por medio de su "control" (un agente
encubierto de la CIA) hace imposible que los ejecutores de los ataques conozcan
la planificación general y el verdadero objetivo de los mismos.
Y esto sucede por el carácter cerrado y
"celular" de las operaciones terroristas de la CIA, donde cada parte
no se comunica con la otra, aunque el efecto funcional de las piezas arrojan un
"resultado general".
Estas experiencias recogidas en el funcionamiento
histórico del terrorismo "tercerizado" de la CIA fueron
finalmente utilizadas para diseñar una
nueva forma de conquista militar sin invadir con tropas regulares, como la que
ya se ejecutó en Libia y se está ejecutando en Siria.
sirio no luchaba contra grupos que buscaban
establecerse como "gobierno libre" en distintas posiciones
conquistadas, sino contra grupos operativos que ejecutan operaciones de
guerrilla relámpago y terrorismo en escenarios móviles e infiltrados entre la
población civil.
El objetivo central no era tomar ciudades, sino
generar terror, caos e "incertidumbre".
Las operaciones terroristas de
desestabilización incluyeron atentados
contra fuerzas del régimen y contra blancos civiles para luego responsabilizar
a las Fuerzas Armadas y al gobierno sirio de las masacres de niños y mujeres.
Y este efecto lo fueron consiguiendo a través de
la difusión nivelada de la prensa internacional cómplice que viene presentando
a Siria sumida en "el caos, la violencia y el descontrol". A
diferencia de Libia, los "rebeldes" nunca pudieron establecer un
gobierno paralelo en Siria. Ni mantuvieron controles territoriales zonales, con
apoyo de la población civil.
En Siria nunca hubo un "ejército sirio
libre" luchando una guerra convencional contra un ejército oficial, sino
grupos operativos armados irregulares orientados a preparar el derrocamiento
interno del gobierno sirio mediante una operación militar en alta escala
lanzada por la OTAN como justificativo
para parar "el baño de sangre y la matanza de civiles", como ya
sucedió en Libia.
Como escenario central, la estructura mediática
sionista internacional siempre presentó
a Siria sumida en un "repliegue del ejercito sirio", ante el
avance del "ejercito rebelde", y con el régimen de Bashar al-Assad
reprimiendo a civiles para mantener el control.
Como elemento de presión psicológica terrorista,
la prensa internacional siempre mantuvo latente la amenaza de las "armas
químicas" contra la población, o el estallido de una "guerra
civil" como producto del caos y el descontrol del ejército oficial.
En realidad (y a diferencia de Libia donde
ocupaban territorios), los grupos mercenarios extranjeros siempre estuvieron
enmarcados en una "operación terrorista en alta escala" para desestabilizar
y debilitar al gobierno, y preparar las condiciones y el argumento para una
intervención militar de la OTAN.
Para ello, se infiltraron y comenzaron a operar
en zonas residenciales altamente
pobladas para obligar al ejército a reprimir con efectos colaterales de
muertes de civiles como consecuencia del fuego cruzado.
Como segundo paso, el objetivo consistió en
mostrar al gobierno sirio "tambaleando en el caos y el descontrol".
Mientras hechos de acciones tácticas (atentados, y acciones de guerrilla móvil
contra instituciones oficiales) fueron mostrados como "ofensivas
totales" en distintos escenarios claves, como Damasco y Alepo, donde
incursiones y posicionamientos defensivos en distintos barrios son mostrados
como parte de un ataque sincronizado para derrocar al gobierno sirio.
Como tercer objetivo, las operaciones terroristas
coordinadas por oficiales de las fuerzas especiales de EEUU, Israel y Reino
Unido buscaron crear una cabecera de puente para una invasión terrestre desde
la frontera con Turquía y el establecimiento de un "gobierno sirio
libre" que legitimara la ayuda internacional y posibilitara la proyección
de la ocupación a todo el territorio sirio.
En un cuarto objetivo principal, las operaciones
terroristas con matanzas diarias de civiles por el fuego cruzado intentan crear
el escenario internacional y el justificativo
para una acción aérea ("operación humanitaria") decisiva de la
OTAN que diera cobertura y apoyo decisivo a los grupos mercenarios para
derrocar al gobierno de Asad.
Pero a diferencia de lo ocurrido en Libia, la
operación mercenaria fue haciendo agua y fracasando en todos los frentes.
Tres factores
centrales incidieron para que esto sucediera. A) El apoyo decidido del
eje Rusia-China-Irán al gobierno sirio, B) El poderío y la acción estratégica
del ejército sirio que realizó maniobras concéntricas de aislamiento y
exterminio de los grupos terroristas posicionados en los barrios (bombardeos y
ataques "quirúrgicos") , C) La falta
de apoyo de la población siria (sobre todo en Damasco y Alepo) que le
quitó sustentabilidad en terreno a las fuerzas mercenarias.
El pilar estratégico y
operativo para ocupar Siria con una operación terrorista-mercenaria en alta
escala ya fracasó y se derrumbó en Damasco y en Alepo, no obstante la permanencia
de focos terroristas rodeados, sin logística ni comunicaciones, que son
selectivamente eliminados por el ejercito sirio en operaciones
"quirúrgicas" que buscan preservar a la población civil.
El "Consejo Nacional
Sirio", brazo político de la operación terrorista en Siria asentado en el
exterior, no pudo concretar en Siria el l libreto libio. Fracasó el intento de
ocupar Alepo, para crear allí un gobierno de transición, como ocurriera con
Bengazi en Libia.
Desmantelado el Plan A, ahora los objetivos del
eje USA-UE-Israel-Liga Árabe ya está buscando nuevas vías de concreción y
financiamiento internacional para la ejecución de un Plan B.
Según la "Voz de Rusia", "EEUU se
propone redoblar las acciones con sus socios de la OTAN para acelerar el
derrocamiento del gobierno legítimo del presidente Bashar Assad en Siria. La
secretaria norteamericana Hillary Clinton debatió el tema en conferencia
telefónica con sus colegas de Gran Bretaña, Francia, Alemania y de
Turquía".
Descartada una intervención militar de la OTAN
(por la oposición de Rusia y China en la ONU) el eje imperial EEUU-UE, sus
aliados árabes y Turquía intentan reflotar las operaciones terroristas
incrementando la ayuda financiera, armas, logística y sistemas de
comunicaciones destinadas a los grupos mercenarios del "Ejército Sirio
Libre".
No hay comentarios:
Publicar un comentario