Por MANUEL FREYTAS / IAR Noticias
El triunfo electoral abrumante de Al Assad, y el pobre desempeño de la oposición, es una consecuencia directa de la derrota militar de la operación mercenaria extranjera que durante tres años destruyó a Siria y causó más de 150.000 muertos.
La presencia activa de Rusia y de Irán (con China en la ONU) fue determinante para evitar la intervención militar de la OTAN, y posteriormente abortar el ataque militar unilateral que planeaba Obama en Washington. En agosto de 2013, la CIA "fabricó" un atentado con armas químicas con centenares de muertos civiles para justificar una intervención militar de la OTAN en apoyo de las fuerzas mercenarias que habian sumido a Siria en el terror, la muerte y la destrucción.
El objetivo de la intervención de la OTAN era destruir la capacidad operativa del ejército sirio, sobre todo su potencial aéreo, y destrabar el avance de los mercenarios internacionales que buscaban controlar Siria dentro de un plan diseñado por EEUU y sus aliados. Querían ejecutar la misma operación de manual que ya habían realizado en Yugoslavia, en Irak, en Libia, crear el terrorismo interno con la CIA, culpar de la muerte de civiles y de la crisis humanitaria, y luego enviar los aviones de la OTAN y de EEUU y apoderarse del país. SIria marcó el fracaso histórico de esa estrategia imperial repetitiva.
Rusia y China utilizaron su poder veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para neutralizar el aislamiento internacional de Siria e impedir la legalización del ataque de la OTAN. Putin utilizó la dependencia energética europea a Rusia, para dividir a las potencias de la UE, cuyos parlamentos europeos rechazaron la intervención de la OTAN.
Finalmente EEUU quedó solo anunciando un ataque unilateral que fue rechazado mundialmente y por la propia población estadounidense. Las potencias emergentes, como China, o los países periféricos en todo el orden internacional, rechazaron y condenaron el ataque planeado por Washington. La población de Francia, como la de la eurozona y Europa del Este, rechazaron unánimemente la intervención norteamericana, y cualquier operación contra Siria. El 75% de la sociedad estadounidense rechazó el ataque, y organizaciones anti-guerra se manifestaron frente a la Casa Blanca repudiando los planes de Obama y el Pentágono.
Obama terminó solo y derrotado, y comenzó el declive de la operación terrorista por falta de financiamiento y sostén, incluso por parte de la Liga Árabe, socia del eje imperial USA-UE. El ejército de AL Assad retomó la ofensiva aérea y terrestre, y la capacidad operativa y logística de los grupos de mercenarios extranjeros comenzó a ser diezmada. Finalmente, en la primera semana de mayo de 2014, el símbolo emblemático de la operación terrorista lanzada en febrero de 2011, la ciudad de Homs, llamada la "capital de la revolución" en Siria por las fuerzas mercenarias, cayó en manos del ejército de Al Assad.
En esa ciudad se ejecutaron los primeros "levantamientos" organizados por la CIA que luego derivó en las operaciones armadas para derrocar al gobierno. Hoy, salvo focos aislados, las fuerzas del gobierno controlan Siria, incluida su capital Damasco. En este escenario, de derrota militar contundente de la operación terrorista en gran escala, los sirios, hastiados de muerte, destrucción e intervención mercenaria extranjera, reeligieron al Assad, y marcaron la primer derrota histórica de la estrategia imperial del siglo 21 en Medio Oriente.
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