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domingo, 9 de diciembre de 2012


La OTAN es terrorífica arma de guerra del Imperio y sus aliados y amenaza para América Latina 


La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) o NATO (por sus siglas en inglés) es la alianza militar más terrorífica y de mayor potencia destructiva, nunca antes concebida en la historia de la humanidad. En la actualidad es una grave amenaza para América Latina y el Caribe.
Estados Unidos y sus aliados europeos la crearon en el marco de la guerra fría con la intención de enfrentar a la Unión Soviética y sus aliados que se vieron forzados a responder la provocación occidental, creando el Pacto de Varsovia.
La Unión Soviética y su descalabro produjeron el fin del Pato de Varsovia y ya sin el fantasma del comunismo, la tétrica OTAN debía ir a descansar en el museo de las más grandes torpezas e infamias de la humanidad, pero no, Estados Unidos constituido en imperio inapelable y la Unión Europea como su fiel aliada, y con similares propósitos de dominación, decidieron no sólo mantener la OTAN, sino reforzarla con aviones, helicópteros, submarinos, naves de guerra de todo tipo y un ejército de aire, mar y tierra dotados de armas nucleares capaces de destruir -siete veces- la vida sobre la tierra y como si eso fuese poco, la OTAN dispone de armas químico-bacteriológicas y equipos militares dotados de tecnología de punta y de última generación, incluidos satélites espías. Además, las fuerzas de seguridad de Estados Unidos y Europa, los servicios de espionaje o comunidades de inteligencia trabajan coordinadamente para dotar de toda clase de información a los comandantes de la OTAN al tiempo que definen estrategias y señalan objetivos bajo decisión del Presidente de Estados Unidos y de los Presidentes o Jefes de Gobierno de la Europa otanizada.

 Las terroríficas armas de la OTAN
Los latinoamericanos y caribeños no tienen conciencia de la terrible amenaza que es la OTAN para la supervivencia de nuestros pueblos; hasta los dirigentes y líderes parecen considerar que la OTAN, al tener su sede en Europa, está muy lejos de nuestra subregión y, por tanto, no es una amenaza real para la paz del subcontinente y a menudo se olvidan que Latinoamérica y el Caribe fueron declaradas zonas libres de armas nucleares y de armas de destrucción masiva: químico-bacteriológicas, como olvidan, también, que cada base militar de Estados Unidos instalada en nuestras patrias, es potencialmente una base militar de la OTAN. Este es un peligro real que amenaza la vida de nuestros pueblos.
La OTAN está en América Latina y en el Caribe y en estos mismos días, Estados Unidos, Gran Bretaña y la OTAN instalan una inmensa y sofisticada base en las Islas Malvinas para amedrentar a la República Argentina y su decisión de reclamar la soberanía sobre las islas, arrebatadas prepotente y abusivamente por el Reino Unido que no quiere deshacerse de su escabroso pasado colonial.

 La base pirata zona con amarre de buques de guerra en Mare Harbour, cercana a la base aérea de Mount Pleasant es una amenaza




 La base militar de la OTAN en las Islas Malvinas argentinas, es una amenaza directa a la soberanía y la paz de Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil, Chile. El Cono Sur de nuestra América está en peligro, bajo constantes amenazas de bombardeos, invasiones e intervenciones armadas e injerencias imperiales de toda naturaleza, y lo que es peor con la complicidad de algunos gobiernos de nuestras patrias que han permitido la vigencia de convenios militares de cooperación o la instalación de nuevas bases militares por parte de Estados Unidos, con burdos pretextos de ayuda humanitaria o para intervenir en desastres naturales y en el control del crimen organizado internacional, cuando en realidad son bases de control político, militar y económico para advenir al dominio neocolonial definitivo.


 La compliciadad de algunos gobiernos de hacer tratados de cooperación es una amenaza directa
Pero cada vez los pueblos comienzan a despertar de letargos neocoloniales y al adquirir conciencia de los peligros que le acechan, América Latina y el Caribe empiezan a desempeñar el papel relevante en una serie de campañas que se han realizado en rechazo a la presencia de la OTAN y emplazan a Estados Unidos y sus aliados a la abolición de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Así quedó de manifiesto en Dublín, Irlanda, durante el III Congreso de la Red Internacional No a la OTAN-No a la Guerra, donde se reconoció el hecho incontrovertible de que los latinoamericanos y los caribeños tienen a la OTAN como un vecino peligroso y un invasor taimado y subrepticio, según decía el analista Luis Gutiérrez Esparza.
Desde esa campaña, se han realizado otras, y una de las más grandes manifestaciones públicas de rechazo a la maquinaria de guerra imperial, se produjo en Chicago en la Contra Cumbre de la OTAN, realizada en el pasado mes de mayo.
Tiene razón Luis Gutiérrez Esparza al señalar que los más de tres mil kilómetros de frontera entre México y Estados Unidos representan, a la vez, la frontera de América Latina con la OTAN; y más allá de que las bases militares estadunidenses en territorio latinoamericano son potencialmente bases de la alianza, la de Palanquero, en Colombia, ha sido específicamente designada para vuelos militares entre Sudamérica y África (hecho que adquirió una relevancia especial en el marco de la agresión de la OTAN contra Libia); y las bases militares británicas en las Malvinas y las Georgias que forman parte de la red global de la propia alianza guerrerista.
Harto conocido y por ello no menos reprochable, es que donde hay una base militar estadounidense, existe el peligro cierto de represiones y provocación a civiles y a gobiernos progresistas que, generalmente, terminan en golpes de Estado.


 Una pista de aterrizaje de 3.500 metros en la base Mariscal Estigarribia en el Chaco paraguayo que termina en golpe de estado
Los latinoamericanos y caribeños no pueden olvidar que la base estadunidense de Palmerola, en Honduras, fue el conducto del apoyo estadunidense a los golpistas en ese país que derrocaron al presidente Zelaya, y tampoco deben olvidar que el Pentágono y la CIA intervinieron en la planificación y ejecución del golpe de Estado express en Paraguay que depuso al presidente Lugo, y ahora se sabe que una de las razones fue la necesidad imperial de contar con una base militar en Estigarribia, “para controlar la Triple Frontera”.
No se debe olvidar que “el aeropuerto internacional panameño de Tocumen es utilizado por aviones estadunidenses de reconocimiento E-3 AWACS, los cuales vigilan permanentemente el espacio aéreo centroamericano; que se ha registrado una creciente presencia de buques de guerra estadunidense en la antigua base Radman, situada junto a la salida del canal de Panamá al océano Pacífico; o que Estados Unidos tiene planes para destacar aviones E-3 AWACS, Orion P-3 y transportes de carga C-17, en la base de Palanquero, en Colombia”. La presencia de las bases estadounidenses en Colombia se ha justificado con el pretexto de la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, pero en realidad representa una pieza del dispositivo militar global de Estados Unidos y patrocina un enfoque militar y unilateral de estos problemas, que impide su tratamiento regional, social, político, autónomo y multilateral. La militarización unilateral implica la desestabilización regional y su presencia en Colombia y en las zonas fronterizas, ha contribuido a agravar la crisis humanitaria, ambiental y social de vastas regiones.
“Una posible consecuencia es que los países que se sienten directamente amenazados por esta política estadunidense busquen, a su vez, recursos para reforzar su seguridad y se produzca así una nueva carrera armamentista en la región, provocada por Estados Unidos. Adicionalmente, la creciente presencia militar de Washington en América Latina, sigue la pauta estratégica de la globalización de la OTAN, la única alianza militar transnacional, que pretende desplazar a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), como el principal foro global y la más importante organización supranacional.
El Comando Sur de Estados Unidos, responsable de la planificación, coordinación y conducción de las actividades militares estadunidenses en América Latina y el Caribe, ha instalado bases militares con aeropuertos en Aruba-Curazao, Antillas Holandesas; en Palmerola, Honduras; y en Comalapa, El Salvador, además de las negociadas en Colombia; y pretende instalar otras más en Argentina, Paraguay, Perú, la República Dominicana y hasta en Brasil y Argentina.
En el ámbito global, dice Gutiérrez Esparza, pero también en el latinoamericano y caribeño, son indispensables la disolución y el desmantelamiento de la OTAN, en orden a contribuir a la seguridad internacional, a la estabilidad regional y nacional, a la democracia y a la paz. La OTAN significa más guerras. Nunca ha sido, ni será, una organización para la protección y la seguridad. Es únicamente una alianza militar creada para imponer la voluntad de las élites occidentales.


La OTAN es un pacto ofensivo

El mismo analista al referirse a la pasada Cumbre de la OTAN efectuada en Chicago en los días 21 y 22 de mayo de este año, en el complejo McCormick Place de Chicago, afirma que hoy más que nunca resulta importante saber, o recordar, que la OTAN no es un proveedor de seguridad internacional; tampoco, un socio confiable de las Naciones Unidas, a las que ha eclipsado y mutilado, ni de ninguna otra organización internacional, mundial o regional. Mucho menos desempeña el papel de una “alianza de las democracias”. La OTAN es un pacto ofensivo, sin ley y asesino, una amenaza para la humanidad; y América Latina la tiene a su lado: los tres mil kilómetros de frontera entre México y Estados Unidos, son la frontera latinoamericana con la OTAN”, reitera el analista.

La creciente presencia militar de Washington en América Latina sigue la pauta estratégica de la globalización de la OTAN. Por ello es muy importante para los latinoamericanos saber qué es y cuáles son sus objetivos. Pero el resto del mundo corre el mismo peligro. A la OTAN la hemos tenido frente a nuestras narices y nada hemos hecho. Hemos callado quizá por ignorancia o tal vez porque en algunas partes se cree, fatalmente, que ya nada se puede hacer, que ese es el orden establecido por el poder mundial y que no hay poder humano que lo derroque. Esa posición linda con el absurdo “a mí que me importa” o lo que es peor con la traición a su propia conciencia y a su pueblo.
Frente a esa realidad de miserias morales surgen otras voces a lo largo y ancho del mundo y en especial de nuestra América Latina para difundir el nuevo pensamiento y denunciar a este tipo de organizaciones que como la OTAN significan expansionismo, neocolonialismo, destrucción y muerte.


 Neocolonialismo destrucción y muerte

 Esas voces se identifican con el pensamiento rebelde y patriota que no temen denunciar al imperio y sus crímenes, a la OTAN y sus atrocidades. Allí están Luis Gutiérrez Esparza, Francisco Ramírez, Ernesto Velit Granda, Cesar Zubelet y organizaciones sociales, populares e intelectuales como el Tribunal Dignidad, Soberanía y Paz contra la Guerra, el Comité Independencia y Soberanía para América Latina -CISPAL y la Red Internacional No a la OTAN-No a la Guerra.

Francisco Rodríguez, escribía: La política internacional es un campo minado de estrategias que envían señales a veces claras, otras no tanto. Esto viene a colación de los encuentros del G-8 en Camp David, Estados Unidos y la cumbre del G-20 en Chicago, que tuvieron como foco la pesadilla de la recesión que sigue amenazando la posición de los países desarrollados. Seguido se realizó allí, la 25 reunión de la OTAN para tratar en agenda los compromisos militares de la coalición en Afganistán, Irak y especulando otra agenda secreta, el acercamiento de posiciones frente a Siria y la paranoia del desarrollo nuclear iraní. Al término de la Cumbre se suscribieron documentos que definen una postura común sobre Afganistán más allá del 2014, una línea conjunta ante el terrorismo y las tareas de defensa colectiva.
El propósito de restablecer la arquitectura de dominación mundial sigue su curso. Mientras una mano teje con hilos de hierro un orden global económico y financiero internacional concentrado; la otra, cierra el puño y sella a sangre y fuego una política militar hegemónica de alcance planetario



La circunstancia que OTAN se haya reunido en suelo americano no pasa desapercibida, tampoco que la ONU participara, ya que aquella pretende legitimarse como el brazo armado del Consejo de Seguridad. Hasta ahora el escenario ha sido fundamentalmente europeo. En Estados Unidos se realizó una en 1978 que avanzó en un programa de defensa a largo plazo y, otra en 1999 que conmemoró el 50 Aniversario de la organización. Corrían entonces los tiempos del Consenso de Washington y las políticas neoliberales que muchos aplicaban por aquél entonces.
Trece años después, el escenario cambió. La UNASUR y la CELAC están modificando la geopolítica regional con enfoques de seguridad y defensa propios. Asimismo, el espectro político e ideológico se ha vuelto complejo, hay movimientos sociales fuertes y organizados en todos los países, gobiernos a la derecha como Chile; progresistas como Argentina o Ecuador y transiciones socialistas como Venezuela y Cuba. Otro tanto ocurre con las relaciones exteriores que orientadas por los principios de multipolaridad y autonomía soberana intensifican las relaciones Sur-Sur, como son los casos de Venezuela, Bolivia y Ecuador abriendo las puertas a China o Rusia, actores competidores de los Estados Unidos. Ni que decir del intercambio con Irán que causa escozor, al punto de pretender colocarnos en la antesala de los llamados Estados terroristas.


 Almagro con Mahmoud Ahamdinejad. Uruguay resiste la presión americana sobre las relaciones de Uruguay con Iran
La cumbre de OTAN en Chicago, aunque no contemplase en la agenda a la región, envía una señal de advertencia sobre el potencial despliegue e intervención en cualquier espacio geoestratégico del mundo. Entre los argumentos a los cuales recurren están las potenciales amenazas terroristas, calificadas como tales por ellos, y en función de las cuales actuarán justificando la defensa propia o colectiva.
Nuestra América Latina y Caribeña debe oponer frente a la diplomacia militarista de la OTAN, la conformación de la región como zona de paz, al tiempo que fortalecer la Diplomacia de los Pueblos que trasciende las burocracias de los Estados y puede actuar como cortafuegos. De la misma forma ha de impulsar el desarrollo iniciado del Consejo de Defensa de UNASUR y una Doctrina regional de defensa colectiva. Asimismo promover el Consejo de Defensa de la ALBA propuesto recientemente por el Presidente Hugo Chávez. Solo mostrando una clara unidad de intereses y posiciones comunes, aún por encima de las diferencias, será posible contener los nubarrones y tormentas que a lo lejos se avisoran.
Para Ernesto Velit Granda, la OTAN es, en el mejor de los casos, una institución multinacional y supranacional, costosa y obsoleta. En el peor, que corresponde a la realidad más puntual, es la principal amenaza a la estabilidad, la paz y la supervivencia del mundo y del género humano. Sostiene que la OTAN cada vez recibe más recursos financieros, tecnológicos, humanos; sin adversario específico al frente -el Pacto de Varsovia desapareció con la Unión Soviética y la llamada comunidad socialista de Europa del Este-, funciona como una alianza militar al servicio de Estados Unidos y sus principales aliados de Europa Occidental; lleva a cabo una irresistible expansión global y en los planes de sus líderes y estrategas, está encaminada a sustituir a las Naciones Unidas como la principal -y posiblemente única- organización internacional.
Velit Granda agregaba que para entender qué es la OTAN y el peligro que representa, es preciso adentrarse en su cada vez más amplia y complicada estructura. No solamente ha creado el primer ejército global con capacidad de reacción inmediata, siempre a la sombra del poder militar estadunidense, sino que amplía su presencia virtualmente a todo el mundo, mucho más allá de los límites del Atlántico Norte impuestos por su norma constitutiva, el Tratado de Washington, firmado el 4 de abril de 1949.
En América Latina, la OTAN actúa indirectamente, a través de Estados Unidos; o de manera directa, con asociaciones, maniobras militares y estatus especiales, como el conferido a Argentina en 1998, como aliado especial extra-OTAN. A partir de este discutible privilegio, los argentinos participaron en el contingente de la OTAN que se encuentra en Kosovo, bajo un singular mandato de la ONU.
En 1977, la dictadura militar argentina se enfrascaba, junto con otros gobiernos represores del Cono Sur, en conversaciones con Sudáfrica –entonces sometida al régimen ultraderechista del apartheid—, acerca de la creación de una alianza militar para la defensa del Atlántico Sur, en la que estarían incluidos Brasil, Chile, Uruguay y Paraguay. Se hablaba entonces de dos posibilidades: una extensión de la OTAN hacia el sur, mediante la incorporación a la alianza atlántica de Argentina, Brasil y Sudáfrica; o el surgimiento de un nuevo pacto militar, basado esencialmente en esos tres países, mismo que en los escritorios de planeación de Buenos Aires y Washington ya tenía nombre: Organización del Tratado del Atlántico Sur (OTAS).
La OTAS desapareció incluso como concepto en el entorno de la guerra de las Malvinas, pero la expansión de la OTAN hacia América Latina y el resto del mundo, es una realidad. La Unión Europea se encuentra cada vez más subordinada a la OTAN. Se ha establecido específicamente que la UE puede utilizar la estructura militar de la alianza para misiones de paz. Algo similar ocurre con la Organización de las Naciones Unidas. Conforme al artículo tercero del Tratado del Atlántico Norte, carta constitutiva de la OTAN, “las partes, actuando individual y conjuntamente de manera continua y efectiva mediante la aportación de sus propios medios y prestándose asistencia mutua, mantendrán y acrecentarán su capacidad individual y colectiva de resistir a un ataque armado”, recordaba Velit Granda; es decir, sus respectivas estructuras militares están siempre en interrelación; y una base de cualquier país miembro de la alianza, es potencialmente una base de la superpoderosa alianza militar.


 Intrucción de los U.S Navy SEALs a marineros del FUSNA de Uruguay en el Río de la Plata
Maniobras de ejércitos latinoamericanos con la OTAN
La OTAN cada vez está más cerca de América Latina y del Caribe. ¿Sabía usted que Chile, Brasil, Colombia, Perú, la República Dominicana y Uruguay, además de México, en inesperada y desalentadora presencia, han participado en maniobras navales militares con los estadunidenses y algunos de sus aliados de la OTAN, como Alemania y Canadá?
El caso de México es desalentador. Participó en el primer mayor ejercicio táctico antiterrorista de fuerzas multinacionales en territorio estadunidense. Por otra parte, Granda denunciaba que se “tiene conocimiento, además, de la instalación de 10 bases “anticrimen” en México, producto de una sigilosa negociación bilateral con Estados Unidos, que representa una amenaza tanto para la seguridad nacional mexicana como para los países latinoamericanos, puesto que pueden convertirse en otras tantas bases militares estadunidenses. Esta información, filtrada por la propia embajada estadunidense, da a conocer un documento enviado por el presidente Barack Obama al Congreso, en el cual anuncia que la Secretaría de Seguridad Pública mexicana construye las bases y “pronto” entrarán en operación tres de ellas.
En este contexto, la publicación especializada Jane’s Intelligence Weekly, dio a conocer que “la primera iniciativa anunciada por Carlos Pascual, nuevo embajador de Estados Unidos, implica una extensión piloto del programa E-Trace en México a mediados de septiembre, con cobertura nacional completa programada para finales de 2009. E-Trace utiliza la tecnología digital para rastrear el origen de las armas confiscadas a los cárteles mexicanos de la droga, e identificar las rutas de tráfico de armas
El Movimiento Internacional No a la Guerra, No a la OTAN, acordó en Berlín informar de manera puntual, permanente y accesible a la sociedad civil en todo el mundo, sobre los riesgos y peligros de una militarización global conducida por la alianza atlántica con Washington como director de orquesta.


 La guerra permanente como estrategia de superviviencia capitalista
Dentro de la estrategia aprobada por los asistentes al congreso, figuran conferencias, reuniones, seminarios, actos públicos de información y difusión, manifestaciones de protesta, trabajos de cabildeo con legisladores y gobernantes y eventos programados paralelamente a las cumbres y los encuentros bilaterales o multilaterales.
No debe perderse de vista el hecho de que en el centro de las proyecciones estratégicas de la OTAN, figuran los recursos naturales de América Latina: no solamente el petróleo o minerales estratégicos, sino los relacionados con la supervivencia de la humanidad, como el agua y la biodiversidad.
En forma paralela, Washington establecerá bases navales en Panamá: en Bahía Piña, provincia de Darién, limítrofe con Colombia; y en Punta Coca, al sur de la provincia occidental de Veraguas.
Por otra parte, el Pentágono negociaba con el gobierno de Alan García, en Perú, el restablecimiento de una base militar en Pichari, provincia de Ayacucho, aunque el Departamento de Estado insista en desestimar la información. Sin embargo, no pudo negar que Estados Unidos ayudará al gobierno peruano a modernizar las instalaciones. De hecho, se trasladaron a Pichari algunos de los equipos que se encontraban en Manta, Ecuador.
En el Círculo Latinoamericano de Estudios Internacionales, se considera que la globalización de la OTAN es una realidad en crecimiento; y esta visión estratégica, impulsada desde Washington, arrastra no solamente a Europa Occidental, sino proyecta su sombra intervencionista sobre América Latina, que al tener en México frontera con Estados Unidos, la tiene asimismo con la propia alianza.
En el ámbito latinoamericano, el objetivo es crear un cerco militar contra los países que no acaten las directrices geopolíticas y geoestratégicas de Estados Unidos. Los gobiernos, la clase política y sobre todo, la sociedad civil, tienen cada vez más claro cuál se pretende que sea el papel de la OTAN en el mundo actual y de cara al futuro.
En la concepción geoestratégica de los altos responsables de la política exterior estadunidense, la OTAN debe ir desplazando a Naciones Unidas del eje de la concertación internacional. El máximo organismo global, supranacional, deberá ser, conforme a dicha visión, una estructura militar que supedite los intereses políticos a las grandes decisiones geoestratégicas tomadas en los círculos superiores de la Casa Blanca y el Pentágono.
En todas las capitales latinoamericanas cunde la certeza de que además de fortalecer la estructura militar de la OTAN, sus integrantes, encabezados por Estados Unidos, buscarán establecer vínculos renovados y más estrechos con los organismos internacionales más importantes, mismos que a la vez irán siendo minados y cooptados; e incluso con organizaciones no gubernamentales de carácter global, regional y nacional, a las cuales esperan convencer de las bondades de programas colaterales de la alianza, como la Asociación para la Paz, nombre eufemístico que disfraza la incorporación de países como aliados de segundo nivel.

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